Imaginar es tan grande (1)




Recuerdo muchas veces un capítulo de Los Simpsons en que alguien dice algo así como "¿se imaginan el mundo sin abogados?", y aparecen todos los pueblos de la tierra dándose la mano bajo un arco iris, pisando una pradera enorme. Me parece de una imaginación portentosa, ya que para llegar a ese punto antes tendrían que acabarse las ganas de aprovecharse de otros seres humanos, ya que al fin y al cabo por eso y para eso se litiga, tendría que desaparecer la figura de los legisladores (y nos regiríamos por una especie de ley natural), ni los jueces ni los abogados serían entonces necesarios, los poderes serían justos porque no habría otra posibilidad..., luego todos bailaríamos como la representación animada de la escena que describía.
Y luego pensé:"¿Y si no permitieran que nadie más estudiara nada tan inútil para el mercado laboral como la filología?", y me entró miedo al encontrar posibles ejemplos como éste.
No se me han ocurrido muchas consecuencias:
1.- No se enseñaría en los colegios a hablar, ni a leer, con la televisión y lo que los padres quisieran enseñar a sus hijos debería bastar. La escritura carecería de sentido porque sin normas de acentuación ni de ortografía (olvidadas en pocas generaciones) cada uno escribiría lo que quisiera, y nadie daría validez a lo de los otros, sólo a lo propio. Así, nadie sabría leer, ni aprendería a interpretar lo que escribieron otros. Le negarían la importancia también. (Cómo me recuerda a Farenheit 451, de Ray Bradbury).
2.- El lenguaje perdería la estandarización, algo tan importante como la posibilidad de comunicarse abuelos con nietos (habrían dejado de hablar el mismo idioma en pocas generaciones), las administraciones tendrían que publicar sus documentos de manera que alguien las comprendiese, y no sería un lenguaje asequible para todos, parecería que los seres de cada comunidad tuvieran una lengua diferente; todos los diccionarios serían inútiles, así que no se imprimiría ninguno, dejarían de existir. Del mismo modo, las enciclopedias y los libros de saberes diversos. Nos quedaríamos con las revistas locales, probablemente sólo las del corazón (no veo por qué una sociedad sin letras tendría que ser tan diferente de ésta en que vivimos). Los que alcanzaran los estudios universitarios serían aún menos de los que ahora son y probablemente tendrían que estudiar en otro idioma, más avanzado; el propio no avanzaría jamás, ya que ni la gramática ni el vocabulario se podrían ampliar, o modificar de manera unificada. Cada individuo añadiría más caos con sus propias creaciones.
3.- Se olvidaría la importancia de la lectura, y el estudio del lenguaje y sus posibilidades artísticas (narrativa, poesía, teatro y, por qué no, el cine) y prácticas (véase lenguaje publicitario, comunicación institucional, discurso del poder y de la resistencia a dicho poder; por la capacidad de representación -no olvidemos que lo que no tiene nombre no existe, y además no aparece en Google-).
4.- La arbitrariedad de las palabras permitiría los abusos más grandes de la historia de la humanidad (si es que en algún siglo se le ha podido denominar así), y sólo los círculos privilegiados concentrarían el poder del manejo del lenguaje, hablando otros idiomas, mucho más útiles al no carecer de normas, academia, estudiosos e historiadores preocupados por el nivel y grado de alfabetización de la población que hablara su idioma.
5.- Estaríamos a merced de las grandes empresas, en cuyos contratos podrían escribir lo que quisieran ya que nadie comprendería con exactitud nada, probablemente tampoco tendrían sentido en el caso de conocer el lenguaje.

Seguro que habría muchísimas otras consecuencias que ahora no se me ocurren, pero no tengo mucho tiempo esta tarde. Si se me van ocurriendo algunas consecuencias medianamente lógicas, procuraré ir editando o añadiendo posts.

8 me subrayan o me tachan:

Didac Valmon dijo...

qué miedo todo lo que acabas de describir, dios bendito...esperemos que nunca sea real jajaja. Un abrazo

ELFI dijo...

Una tarde rara después de leer dos periódicos en edición dominical. Ya ves, no lo hagas nunca. Iba a eliminar el post ahora, pero como ya lo has visto, lo tendré que dejar publicado. Era exagerar por exagerar. Es una técnica muy habitual para escribir, sobre todo ciencia ficción: imaginar un extremo y situarlo en el futuro. Es lo que ocurre en el libro de Bradbury, que te recomiendo por bueno como activador de la imaginación, y además porque es muy breve.
Yo, sinceramente, también espero que no sea real nunca.

Javier dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Javier dijo...

Disculpa el fallido intento anterior. Por lo visto ando torpe, torpe... Aquí te dejo el ¿bueno?

Excelente ejercicio de introspección deformativo-profesional. En el fondo, Elfi, creo que a todos nos atormenta aquello en lo que creemos ser especialistas, ¡qué error! -por lo de especialistas, digo-. Pensamos con angustia que de todas formas no sabemos nada, que no hemos asimilado nada, o muy poco, de cuanto estudiamos un día. Y tengo que reconocer que en muchos casos, al menos el mío, es así.

Sea como fuere, respecto a las consecuencias tan morbosas que enumeras, ¿de verdad crees que eso sería así? Porque tengo para mí "que ya lo es".

Un abrazo.

ELFI dijo...

Hola, Javier;
La mejor manera de comprender que eres especialista en algo (al menos, no inculto total) es dudar. Cuando sabes que puedes equivocarte, o que te falta muchísimo por aprender, es ahí cuando has llegado: sabes que sabes algo. Yo tengo claro que ignoro cantidades ingentes de información que debería conocer, pero también almaceno una enorme cantidad de datos (inútiles en su mayor parte) que uso seguramente más que aquellos que aprendí en la facultad.
Lo de las consecuencias morbosas..., es que a veces me pongo de un apocalíptico que no me aguanto ni yo, aunque estoy de acuerdo contigo: creo que en términos de formación y educación, estamos peor que nunca -desde que la educación es obligatoria-. Pero procuro no pensarlo demasiado, y el caso es que me divierte tomar un extremo y desarrollarlo. Supongo que es más divertido cuando se hace entre varios. Podríamos concertar un extremo, un lugar y ponernos a imaginar, ¿qué te parece?
Un saludo, Javier.

Javier dijo...

No estoy seguro de si me has arrojado un guante...

Hace mucho tiempo solía imaginar, un estupendo ejercicio desinhibidor del sistema nervioso central que recomiendo encarecidamente. Como prueba de ello en mi cuaderno hay colgados algunos escritos de juventud.

Ahora, en la edad madura, supongo que la transferencia continua de impresiones exteriores hacia la mente de uno va progresivamente tornando la imaginación en desesperanza, realidad como carbón al rojo que extrae el oxígeno y seca el manantial. Más que imaginar sueño, y los sueños, ya se sabe, sueños son...

Un abrazo.

ELFI dijo...

Bueno, un guante..., proponía exagerar para ver quién exagera más. El humor tiene mucho de exageración. Bastante seria se pone la vida cuando uno pasa de cierta edad como para encima conectarse para lanzarse guantes; prefiero unas risas, aunque sean virtuales. La ventaja, que puede exagerar desde muchos puntos geográficos y a cualquier hora.
De todos modos, no renuncio a imaginar en el tiempo de ocio.

Un abrazo.

Javier dijo...

Guantes virtuales... no está mal. Un desafío en toda la red para establecer una competición virtual entre virtuales caballeros acorazados de imaginación y armados con bellas plumas entintadas... muy poético y sugerente, mucho. Podría ser.

Un abrazo.

Publicar un comentario