Hoy me he levantado filólogo

En español, cuando un verbo exige la aparición en su oración de un complemento directo para tener sentido, se dice que es transitivo. Es una cualidad importante para un verbo, y así lo marca el hecho de que aparezca como una de las primeras características que se enumeran en las entradas del diccionario que corresponden a esta categoría gramatical. Sin ese complemento directo, el significado de la oración queda incompleto y, por lo tanto, es inútil para la comunicación y no cumple con la gramática. Un fiasco al completo, vamos.

¿Para qué me sirve hablar bien si no trabajo como redactor? Es la pregunta que hacen algunas personas, y que tiene respuesta sencilla: ¿a quién te acercarías antes, de quién te fías antes, de quién desconfías menos? Alguien amable, alguien bien vestido, alguien limpio..., pues si hablas correctamente, los demás aprecian eso, una educación, un fondo cultural, algo que no se ve pero se nota. Y el que no habla correctamente parece menos inteligente que los demás, es la razón por la que parece que uno puede burlarse del extranjero, por muy doctor en Física que sea, porque hablar bien está relacionado con la estructura que da nuestro cerebro a la información, a nuestra concepción del mundo. En un tiempo en que una amplísima mayoría ha tenido la posibilidad de aprender a leer y escribir, no haber aprendido el mínimo (comunicarse con los demás es un aprendizaje básico) es un síntoma de ser una persona que no da importancia a nada (yo me entiendo) salvo a sí mismo, que gusta de ser vulgar, que alardea de ostentar una forma de ser que no es deseable para vivir en sociedad, y como tal será un ser incívico. Y no estoy hablando de los ancianos, sino de los que han crecido después de la llegada de la democracia y les da igual cacarear que no han leído ni un libro en su vida, que no han hecho la declaración de Hacienda en los últimos diez años, o que van de Zaragoza a Madrid en hora y media.

Sobre la campaña que ha levantado el espíritu de este post: uno y dos.

Sí, patético.

2 me subrayan o me tachan:

Javier dijo...

Cuando un sujeto, tras haber tenido la opción de aprender a leer y a escribir en un sistema como el occidental, que garantiza ese derecho hasta una edad en que ya te sale pelo en la barba, no es capaz de leer un texto y comprenderlo -no digo que no quiera por vagancia u otro motivo, sino que no es capaz-, además de todos los calificativos con que le obsequias, Elfi, me da que es también un insuficiente. Que tiene poca densidad intelectual, vamos. Y, oye, hay muchos así. Son esos que ves los domingos por la tarde a la puerta de los super, hiper, megamercados cerrados ¿esperando a que abran?, con los ojos permanentemente fijos sobre la pantalla del móvil -totem sacrosanto- soñando que pronto va a sonar, arrebañados en torno a un litro de calimocho.

Un abrazo.

ELFI dijo...

Veo que vivimos en una misma realidad en ciudades diferentes. Y que haya quien se enorgullezca de no saber leer... No creo que la ignorancia sea un mérito, y aún así, que haya tanta gente que lo piense...
Un saludo, Javier.

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