Qué hijoputa

He visto que uno de mis enemigos declarados de la facultad no sólo ha publicado libro, sino que en menos de un año ha vendido ya dos ediciones y va por la tercera. Era un imbécil entonces, un pedante no hace mucho y las personas que encuentran esa senda cuando tienen treinta años, tardan por lo menos otros treinta en cambiarla. En la foto de la solapa aparece fumando y con unas gafas horribles. El mal gusto siempre lo acompañó, como las camisas de rayas gruesas o los comentarios sin tacto alguno. Tiene gracia que lo último que recuerde de él fue que en quinto me ofreció darme un curso para enseñarme a escribir, y que lo último que le dije sea lo mismo que le he dicho hoy a la pantalla cuando he visto la noticia: Tócate los cojones. Siempre he respondido así a las faltas de respeto. Así, y desapareciendo de la escena.
Me entran ganas de coger el teléfono y felicitarle. Y si fuera mala persona, lo haría, pero prefiero salir al mercado recordando dos palabras: tercera edición. Qué hijoputa.

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