Yo solo no soy el mundo

Es obvio. El mundo se forma con todos nosotros, para bien y para mal. Mis etiquetas no coinciden con las de los demás, pero entiendo que el mundo es el mismo para todos. Soy ateo, pero entiendo que antes que yo (y después) hubo y habrá personas creyentes. Las hay entre las personas a las que quiero, y yo no lo soy, pero me gusta que las haya. No vamos a ser todos iguales. No podemos tender a la uniformidad. Esto ya lo han dicho antes. Soy español, hice la mili en su momento, estudié mi lengua, historia y literatura, por esto no consiento que me hablen de orgullo patrio los que se arropan con la bandera que se apropiaron sus antecesores, que no se parecen en absoluto a los míos, pero ellos tampoco son el mundo. En el mundo tenemos que estar todos, y lo más pacíficamente posible. Lo que hay que ser es libre, y consciente de esa libertad.
Procuro comer sobre todo verduras y frutas, evitando los platos que contienen carne, porque los animales no son absolutamente necesarios para nuestra dieta. Se puede comer queso, yogures, me cuesta mucho más renunciar a la tortilla de patatas, así que los huevos no los puedo borrar de mi lista de la compra. Pero no insulto a quien pide un filete en un restaurante. Y tampoco consiento que nadie me dé lecciones de lo que hay que ser: lo que hay que ser es libre, y hay que aprender a vivir esa libertad, sin abusar del individualismo que creo que es uno de los grandes signos de lo poco que evoluciona la sociedad hacia el punto al que hay que ir.
A los antitaurinos les digo que no se atrevan a decirme que ellos han llegado a este mundo a evitar el sufrimiento a los toros, y a procurárselo a los que no son como ellos, sin mirar hacia atrás ni hacia adelante. Otro gesto egoísta. No se les intuye en el discurso ni siquiera palabras como las del título de este post.

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